PROGRAMA Nº 1168 | 24.04.2024

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CATALUÑA

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Es una comunidad autónoma española considerada como nacionalidad histórica, situada al nordeste de la Península Ibérica. Ocupa un territorio de unos 32.000 km² que limita al norte con Francia (Mediodía-Pirineos y Languedoc-Rosellón) y Andorra, al este con el mar Mediterráneo a lo largo de una franja marítima de unos 580 kilómetros, al sur con la Comunidad Valenciana (Castellón), y al oeste con Aragón (Huesca, Zaragoza y Teruel). Esta situación estratégica ha favorecido una relación muy intensa con los territorios de la cuenca mediterránea y con la Europa continental. Cataluña está formada por las provincias de Barcelona, Gerona, Lérida y Tarragona. Su capital es la ciudad de Barcelona.

Antes de la formación de Cataluña, su territorio, consistente en una serie de condados fueron parte del patrimonio del rey de Aragón durante la Edad Media, conocido por la historiografía posterior como la Corona de Aragón. Tras la desintegración del Imperio carolingio, el condado de Barcelona, que había formado parte de la Marca Hispánica del Imperio, alcanzó una independencia de facto a finales del siglo X y consiguió agrupar en torno a él, mediante vínculos familiares o de vasallaje, a una parte importante de la actual Cataluña, principalmente los condados de Gerona, Osona, Besalú, Cerdaña y Ampurias. En el siglo XII, el condado de Barcelona y el reino de Aragón se unieron dinásticamente mediante los esponsales acordados entre Ramiro II de Aragón y Ramón Berenguer IV de Barcelona en 1137, por los que el conde barcelonés contraería matrimonio con la futura reina aragonesa Petronila. En el siglo XIV, ya como Principado de Cataluña, tuvo un destacado papel económico en el marco del comercio mediterráneo. Con el declive de la Corona decayó Cataluña, que no volvió a prosperar hasta la industrialización.

A partir del segundo tercio del siglo XIX se desarrolló la Renaixença, un movimiento cultural de recuperación del catalán como lengua de cultura. En las décadas siguientes fue tomando cuerpo el catalanismo político, que se agrupó en partidos como la Liga Regionalista y posteriormente Esquerra Republicana. Tras los primeros proyectos de autogobierno que culminaron primero en la Mancomunidad de Cataluña (1913-1923) y luego en la restauración de la Generalidad de Cataluña y aprobación del Estatuto de autonomía de Cataluña de 1932 durante la Segunda República, la Guerra Civil y el período franquista (1939-1975) supusieron, tanto en Cataluña, como en el resto de España, la anulación de las libertades políticas, que no fueron plenamente recuperadas hasta la Transición democrática y la entrada en vigor de la nueva Constitución española de 1978, en la que se reconoce la existencia de comunidades autónomas dentro de España. Al amparo de la Constitución se aprobó un nuevo Estatuto de Autonomía en 1979, posteriormente sustituido por el Estatuto de 2006, que tras algunas modificaciones dictadas por el Tribunal Constitucional en 2010, es el actualmente vigente.

En la proposición del nuevo Estatuto de autonomía, el Parlamento de Cataluña aprobó la definición de Cataluña como una nación.50 Sin embargo, ejerciendo sus superiores competencias, el Congreso de los Diputados enmendó esa propuesta y excluyó la definición de nación del articulado del nuevo estatuto (aunque se mantiene una referencia en el Preámbulo a lo que en su día aprobó el Parlamento catalán, del siguiente modo: La Constitución española, en el artículo segundo, reconoce la realidad nacional de Cataluña como nacionalidad). Asimismo, los legisladores catalanes, introdujeron otra referencia al carácter nacional de Cataluña amparado por el ordenamiento jurídico vigente se halla en el art.8.1 del Estatuto de Autonomía de 2006, al afirmar que Cataluña, definida como nacionalidad en el artículo 1, tiene como símbolos nacionales la bandera, la fiesta y el himno.

El independentismo catalán cobró fuerza inusitada en el último año y medio, mientras la crisis económica se cebaba con España. La primera gran señal de alerta fue la manifestación gigantesca que recorrió Barcelona en septiembre de 2012 por la conmemoración del Día de Cataluña. Este año la presión callejera se hizo sentir con una cadena humana de un millón de personas entre el valle del Ebro y los Pirineos.

Mas, líder de una coalición liberal de fuertes raíces en la burguesía catalana, intentó a fines de 2012 capitalizar el sentimiento nacionalista: disolvió el gobierno tres años antes de tiempo y convocó a nuevas elecciones con un programa de tinte soberanista. La jugada le salió mal. Retuvo el poder, pero con menos bancas y quedó atado al apoyo de ERC, la expresión más radical del independentismo.

El acuerdo anunciado expresa en parte la necesidad de Mas de mantenerse en el cargo. Sus aliados de izquierda habían amenazado con retirarle el apoyo si no hacía efectiva su promesa de llamar al referéndum en el simbólico 2014, cuando se cumplen 300 años de la fecha en que el nacionalismo conmemora la pérdida a manos de España de las instituciones propias de Cataluña.

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