PROGRAMA Nº 1164 | 27.03.2024

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LA OBERTURA 1812 DE TCHAIKOVSKY

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Si se pudiera elegir las SIETE MARAVILLAS MUSICALES DEL MUNDO, seguramente LA OBERTURA 1812 estaría entre ellas en lugar privilegiado. TCHAIKOVSKY, uno de los más grandes compositores que dio la música, sin embargo, fue un alma torturada, esclavo de la sociedad rígida ortodoxa que lo vio crecer, sin que pudiera expresar libremente su homosexualidad. Esta composición celebra la derrota de Napoleón en su campaña por conquistar Rusia, y con el paso del tiempo se ha convertido en una representación de la libertad y la lucha contra la tiranía. El 7 de septiembre de 1812, las tropas de Napoleón se enfrentaron a las fuerzas rusas en Borodino (a 120 km al oeste de Moscú). Aunque el ejército francés fue el ganador, resultó una victoria pírrica para Napoleón pues con más 100.000 bajas la batalla de Borodino es considerada una de las más sangrientas de la historia.

Con sus fuerzas agotadas Napoleón avanzó hasta Moscú. Los franceses se encontraron con una ciudad incendiada y sin provisiones. Como estaba muy lejos de sus líneas de abastecimiento, Napoleón se vio obligado a abandonar Rusia. En su larga marcha de regreso el ejército francés se enfrentó a varios contratiempos: hambre, bajas temperaturas, y el constante asedio de las fuerzas rusas. Para cuando llegó a Polonia, LA GRANDE ARMÉE se encontraba reducida a la décima parte de su fuerza original. Esta derrota de Napoleón inspiró a LEON TOLSTOI a escribir su famosa novela “LA GUERRA Y LA PAZ” y a PIOTR ILLYCH TCHAIKOVSKY, a componer la célebre "OBERTURA 1812".

PIOTR ILLYCH TCHAIKOVSKY nació en Vótkinsk (Rusia) el 7 de mayo de 1840. Al nacer en una familia de clase media, recibió una educación dirigida a prepararle como funcionario público. En contra de los deseos de su familia, decidió seguir una carrera musical y en 1862 accedió al Conservatorio de San Petersburgo, graduándose en 1865. En 1880 el ZAR ALEJANDRO II quería conmemorar la derrota de Napoleón de 1812, por lo que mandó construir la Catedral de Cristo Salvador de Moscú. Nikolai Rubinstein, director del Conservatorio, sugirió una pieza conmemorativa para emplearse en la inauguración de la catedral, encargándosele este trabajo a TCHAIKOVSKI. El compositor ruso empezó el proyecto en octubre de 1880, acabándolo en seis semanas. TCHAIKOVSKI había planeado que la obra sea interpretada al aire libre, en la plaza frente a la catedral, con una banda de metales acompañando a la orquesta, las campanas de la catedral tocando repiques y salvas de artillería. Sin embargo, el asesinato de ALEJANDRO II en marzo de 1881 pospuso las celebraciones.

LA OBERTURA recién pudo ser estrenada en 1882, durante la Exhibición de Arte e Industria, pero solo con una orquestación convencional y bajo techo. TCHAIKOVSKI nunca quedó muy conforme de esta obra. El opinaba que podría ser "fuerte y ruidosa, pero carente de mérito artístico, porque la escribí sin calidez ni cariño". Pero el genial compositor se equivocó, ya que con el tiempo LA OBERTURA 1812 se convirtió en pieza obligada del repertorio orquestal y una de las más grandes composiciones de la historia musical rusa. Los tempos usados por LA OBERTURA 1812 fueron cinco, aunque fundidos todos en uno solo. Comienza el compositor con un leve Lento con un grupo de violonchelos, que describen la apacible pradera rusa, con los campesinos trabajando en paz, mientras una pieza litúrgica ortodoxa los acompaña. Son los compases de la obra Plegaria al Salvador. Le sigue un Andante, que ya comienza a sentirse la entrada de otros chelos, los invasores, en contrapunto con una flauta que defiende los primeros compases. La música se torna dramática. Entran entonces los primeros compases de La Marsellese (expresados en vientos), señal de la amenaza que estaba por acaecer. Los campesinos se preparan; es necesario un gran sacrificio. Un Allegro Giusto, ya impregnado del himno galo se muestra brioso ante los ojos del campesino, ante los oídos de quien está atento a la obertura; el ejército francés es poderoso y aunque hay mezclas con danzas rusas, es evidente su superioridad.

El contrapunto está dado por los vientos, que representan al invasor francés, y las cuerdas, los rusos. Un golpe de platillos anuncia que la batalla ya ha comenzado. Los sones de sus himnos son más estruendosos que las cantarinas marchas eslavas. Los primeros compases de La Marsellesa se escucha en tono más alto que el resto. Pero el pueblo ruso, ni el ejército se atemoriza del poderío y de historia de los franceses y comienza un Largo que describe la dura batalla. Los campases del himno francés se van debilitando expresados en cornos, se apagan de a poco, aunque reviven una y otra vez como últimos estertores. Los violines, en forma de fuga, representan la persecución. La batalla es feroz. Los cornos anuncian que el ejército va a cargar contra los moribundos que han sido pillados en suelo ruso.

Los Contrabajos y los oboes no descansan, pero al fin esos sonidos franceses desaparecen, o mejor dicho se transforman en campanadas al viento (campanas de verdad) en el Allegro Vivace final. El ejército ruso regresa victorioso, las iglesias lo reciben auspiciosa y los cañones saludan su paso. Es el retorno a la danza rusa, y tenues compases “marsellescos” in dimnuendo muestran al soldado huyendo desbandado, expresados en violines y chelos que van apagándose y el poder de una nación pujante. (El regreso del debilitado ejército francés lo describe Beethoven en la 3ª Sinfonía “La Heroica” en su 2º Movimiento Marccia Fúnebre). El final es apoteótico: fuegos artifíciales, las campanas de la iglesia relatan la liberación de Rusia, mezclado con el “Dios salve al Zar”, años posterior himno nacional ruso, contrapunto del francés cada vez menos estridente.

Es el ejército vencedor que regresa, el pueblo lo recibe con gritos de vítores y flores. Toda la orquestación, con tutti, tocan las estrofas iniciales. Es la victoria final. Cabe una aclaración histórica. Ni La Marsellesa ni Dios salve al Zar eran entonces (hacia 1882 cuando se estrenó la obertura), himnos de sus respectivos países, lo que llama la atención la selección premonitoria de TCHAIKOVSKY. Otra, que dado el evidente problema de ejecutar esta obra con cañones verdaderos, no a ser que se toque al aire libre, estos son reemplazados por timbales y otros instrumentos de percusión. Si bien es cierto que la semilla de la revolución quedó sembrada en tierras rusas, que la larga germinación le llevó un siglo para deshacerse del yugo del zar, también es verdad que para los rusos la batalla contra el ejército francés es considerada como una de las cosas más apoteóticas de su historia.

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