PROGRAMA Nº 1164 | 27.03.2024

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SOBRE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (Primera Parte)

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La Trinidad es el dogma central sobre la naturaleza de Dios de la mayoría de las iglesias cristianas. Esta creencia afirma que Dios es un ser único que existe simultáneamente como tres personas distintas o hipóstasis:

El Padre,
El Hijo y
El Espíritu Santo.

Algunas movimientos sectarios y pseudo-religiosos, cómo los Testigos de Jehová rechazan esta creencia. Los Mormones afirman creer en la Trinidad pero tienen una interpretación específica y radicalmente diferente del dogma mayoritariamente aceptado. Existen triadas de dioses desde la antigüedad histórica, tal vez por el carácter místico que algunas culturas tienen del número tres. En la India existe un concepto parecido, el trimurti. Por su parte, el filósofo griego Platón concibió una cosmología compuesta por tres realidades:

Dios, ser absoluto y causa primera. Logos, o razón universal y Anima Mundi, alma universal emanada de Dios que anima y gobierna el mundo visible; en otras ocasiones, la trinidad platónica es descrita como las ideas de Bien, el resto de ideas inteligibles que proceden del Bien, y las ideas materializadas o mundo visible. En el año 215 d. C., Tertuliano fue el primero en usar el término Trinidad (trinitas). Anteriormente, Teófilo de Antioquia ya había usado la palabra griega (tríada) en su obra A Autólico (c. 180) para referirse a Dios, su Verbo (Logos) y su Sabiduría (Sophia). Tertuliano diría en Adversus Praxeam II que «los tres son uno, por el hecho de que los tres proceden de uno, por unidad de substancia»

La formulación ‘un solo Dios en tres Personas’ no quedó firmemente establecida, y ciertamente no se asimiló por completo en la vida cristiana ni en su confesión de fe, antes del fin del siglo IV. Pero es precisamente esta formulación la que originalmente reclama el título del dogma trinitario. Entre los Padres Apostólicos, no había existido nada que siquiera remotamente se acercara a tal mentalidad o perspectiva.

La trinidad de personas dentro de la unidad de naturaleza se define en términos de «personas» y «naturaleza», los cuales son términos filosóficos griegos; en realidad estos no aparecen en la Biblia. Las definiciones trinitarias surgieron como resultado de largas controversias en las cuales ciertos teólogos aplicaron erróneamente a Dios estos términos y otros, tales como «esencia» y «sustancia». La fórmula fue adquiriendo forma con el paso de los años y no fue establecida definitivamente hasta el siglo IV:

La definición del Concilio de Nicea, sostenida desde entonces con mínimos cambios por las principales denominaciones cristianas, fue la de afirmar que el Hijo era consustancial (literalmente ‘de la misma sustancia que) el Padre. Esta fórmula fue cuestionada y la Iglesia pasó por una generación de debates y conflictos hasta que la «fe de Nicea» fue reafirmada en Constantinopla en 381.

En Nicea toda la atención fue concentrada en la relación entre el Padre y el Hijo, inclusive mediante el rechazo de algunas frases típicas arrianas mediante algunos anatemas anexados al credo; y no se hizo ninguna afirmación similar acerca del Espíritu Santo. Pero, en Constantinopla (381) se indicó que éste es adorado y glorificado junto con Padre e Hijo, sugiriendo que era también consustancial a ellos. Esta doctrina fue posteriormente ratificada por el Concilio de Calcedonia (451), sin alterar la substancia de la doctrina aprobada en Nicea.

La escritura y doctrina cristiana descansa en el monoteísmo (un solo Dios), por lo tanto había que ajustarla a lo que decía la Escritura con respecto al Padre, al Hijo y el Espíritu, sin caer en el politeísmo, ni tampoco modificando la Escritura por conveniencia. Los teólogos de los primeros siglos del Cristianismo elaboraron explicaciones que generaron varias corrientes de pensamiento y una intensa polémica.

Esta polémica se acentuó durante el reinado del emperador Constantino I, cuando los dirigentes de la Iglesia comenzaron a contar con el apoyo imperial y tuvieron que precisar cuál debía ser la doctrina compartida por las diversas comunidades cristianas. En contraposición tanto frente a las posiciones subordinacionistas (principalmente los partidarios de Arrio) como a las modalistas, algunos teólogos llegaron a la conclusión de que, si estas tres personas compartían diferentes cualidades y características divinas exclusivas de Dios (señorío, eternidad, omnisciencia, omnipresencia, santidad, etc.), se tendría que utilizar la formula matemática 1x1x1=1 en vez de 1+1+1=3, ya que ésta rompe el monoteísmo de Dios y se convierte en politeísmo o henoteísmo.

Citas del Nuevo Testamento en las que se menciona a las tres entidades:
El bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19). Además de la polémica sobre la naturaleza de Jesús —si era humana, divina, o ambas a la vez—, de su origen —si eterno o temporal— y de cuestiones similares relativas al Espíritu Santo, el problema central del dogma trinitario es justificar la división entre "sustancia" única y triple "personalidad". La mayoría de las iglesias protestantes, así como las ortodoxas y la Iglesia Católica, sostienen que se trata de un misterio inaccesible para la inteligencia humana.

La Iglesia católica dice: “La Trinidad es el término con que se designa la doctrina central de la religión cristiana [...] “el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no hay tres Dioses, sino un solo Dios. En esta Trinidad [...] las Personas son co-eternas y co-iguales: todas, igualmente, son increadas y omnipotentes. [...]”

La Iglesia ortodoxa griega dice de la Trinidad lo siguiente: “Dios es trino y uno. [...] El Padre es totalmente Dios. El Hijo es totalmente Dios. El Espíritu Santo es totalmente Dios”

Las Iglesias Cristianas Evangélicas definen: "Dentro de la unidad de un Único Dios existen tres distintas personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Los tres comparten los mismos atributos y la misma naturaleza, por lo tanto estos tres constituyen el único Dios".

Personas de la Trinidad

El Padre. Es increado e inengendrado.
El Hijo. No es creado sino engendrado eternamente por el Padre.
El Espíritu Santo. No es creado, ni engendrado, sino que procede eternamente del Padre y del Hijo (según las iglesias evangélicas y la iglesia católico-romana) o sólo del Padre (según la Iglesia católica-ortodoxa).

Según el Dogma definido en el Primer Concilio de Constantinopla (381), las tres personas de la Trinidad son realmente distintas pero son un solo Dios verdadero. Esto es algo posible de formular pero inaccesible a la razón humana, por lo que se le considera un misterio de fe.

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