PROGRAMA Nº 1164 | 27.03.2024

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EID AL-ADHA

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Eid al Adha es la Celebración del Sacrificio, que conmemora el pasaje recogido tanto en la Biblia como el Corán, en el que se muestra la voluntad de Abraham (Ibrahim) de sacrificar a su hijo como un acto de obediencia a Dios, antes de que Dios interviniera para proporcionarle un cordero y que sacrificara a este animal en su lugar. En varios países de África musulmana tales como Mali, Níger, Senegal o Benin dan el nombre de Tabaski a esta fiesta, y en una parte de Amazighs en África del Norte, le nombran Tafaska. En muchos lugares de habla hispana es conocida como Fiesta del Cordero.

Esta festividad, que tiene lugar el décimo día del mes de Zil-Hajj, 70 días después del Eid al-Fitr, es incorporada en el Hajj, la gran peregrinación a la Meca, que debe ser hecha por lo menos una vez y preferiblemente durante este mes. El Eid al-Adha se representa por los musulmanes de todo el mundo con la ofrenda de un sacrificio animal (comúnmente una vaca o un cordero) como una acción de gratitud para Dios por salvar la vida de Ismael, hijo del profeta Abraham.

En este día, los musulmanes que están en La Meca concluyen los ritos de su peregrinación y, después de la oración especial, sacrifican -o más modernamente, pagan para que un matarife cualificado sacrifique en su lugar- generalmente un cordero. Sin embargo, la mayoría celebran la festividad en sus lugares de residencia, acudiendo a las mezquitas para la oración y luego, aquellos que pueden hacerlo, sacrifican y celebran una comida a la que se invitan mutuamente. Normalmente suele celebrarse al aire libre, en las afueras de las ciudades, en una zona abierta denominada musalla.

La carne del animal es separada en tercios, una para la persona que obsequia a la bestia, otra para repartir entre sus parientes y el último tercio para los necesitados, independientemente de su religión, raza o nacionalidad. El musulmán acude a la oración tras haber hecho la ablución mayor o gusl y haberse ataviado con su mejor ropa, limpia y perfumada. Recita unos versículos que sólo se cantan durante las dos fiestas anuales y en los enterramientos. Los musulmanes glorifican a Dios hasta que el imán inicia la oración recitando siete takbir (Allahu akbar) y haciendo dos prosternaciones (rakáa). Después, el imam pronuncia una jutba o sermón a los miembros de la comunidad que se hallan presentes. Por último, se disuelve la reunión y los asistentes se besan en señal de hermanamiento y se felicitan por la fiesta.

Con esta festividad, los musulmanes recuerdan que el Islam significa sumisión, ya que nadie mostró mejor su sumisión a Dios que Abraham (Ibrahim en árabe), quien estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo primogénito Ismael (Isma'il) como prueba de su lealtad a Dios. Al final, Dios fue clemente y paró su brazo en el aire justo cuando iba a cercenar el cuello de su hijo. Agradecido, Abraham sacrificó un carnero en su lugar y es en imitación de ese acto que los musulmanes matan a sus animales en lo que se considera la Fiesta Mayor del Islam. Según el Corán, Ismael, el hijo primogénito de Abraham, engendrado por su esposa Agar, fue el protagonista de la historia (a diferencia de la tradición judeo-cristiana, que otorga este papel a Isaac):

Y cuando ( Ismael ) era lo bastante mayor
para ayudar en las tareas ( de Ibrahim ), este dijo:
“¡Oh mi querido hijo!
¡He visto en sueños que debía sacrificarte:
considera, pues, como lo ves tú!”
[Ismael] respondió:
“¡Oh padre mío! ¡Haz lo que se te ordena:
hallarás que soy, si Allah quiere,
paciente en la adversidad!”
Pero cuando ambos se hubieron sometido
a la voluntad de Allah,
y le hubo tendido sobre el rostro, le llamamos:
“¡Oh Ibrahim, has cumplido ya con la visión!”
Así, realmente, recompensamos a los que hacen el bien:
pues, ciertamente, todo esto fue en verdad
una prueba, clara en sí misma.
Y le rescatamos mediante un sacrificio magnífico,
y de esta forma le dejamos como recuerdo
para futuras generaciones:
“¡La paz sea con Ibrahîm!”

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